¿Amor romántico? No, gracias. Aún en pleno s.XXI, con todos los adelantos tecnológicos que contamos y lo modernísimos que somos todos, se sigue confundiendo y equiparando el
amor romántico con el romanticismo, o lo que es lo mismo, pervirtiendo esa saludable opción de
amar sin la
presión social o de los paripés y fiestorris (sobre todo comerciales) que se montan cada año, cuyo objetivo es romperte el mismo corazón que predican debes "vender al mejor postor". La instrumentalización hace mella en quienes no se dedican más tiempo a sí mismos averigüando qué tiene de mágico dibujar corazoncitos rojos si la persona a quien se destina le importa lo más mínimo su
salud emocional.
Ya no somos medias naranjas (personalmente, soy más de manzanas y me las como enteritas, para mi solita) ni esperamos al príncipe desteñido; en el amor conservamos el
raciocinio para entender cuándo la otra parte "no encaja" en mi cuerpo, en mi mente, en mi casa y en mi reino; provocamos uniones de confianza, de mutuo acuerdo, de cuidado; nos protegemos de no entrar en
juegos manipuladores de "
me gusta cuando te enfadas", que sería como el famoso"
Me gusta cuando callas" de
Neruda (ay! cuánto misógino prodigando el mismo amor que ellos no supieron dar) pero en versión marichuli, muy de ahora, lo mismo que el "
yo haré que me quieras" y delicias de ese tipo que en el año que corre seguimos escuchando. Virgencitadelabrigodepana, que me quede como estoy.
Nos amamos a nosotras, y si hoy tenemos algo que celebrar, nos sacaremos a nosotras a un restaurante chulo, bailaremos con nosotras en cualquier espacio y nos amaremos hasta el día siguiente, como remate y fín de fiesta.
No necesitas estar en pareja para saber lo que es el amor, y olvídate de que tener una signifique que el amor entrará en tu vida de golpe y sin avisar, una falacia producto de los anuncios de la tele y los publicistas, que de esto hay que reconocer que saben, tocando el talón de Aquiles de la desinformación emocional; si aún no predicas el amor por ti misma puedes olvidarte, cualquiera pronosticará que lo único que te traerá es una colección de relaciones insanas y/o tóxicas. Que no te engañen, que no te engañes: ni el amor es ciego ni lo puede todo. Mira todas las mujeres que han amado con esa idea y cómo han terminado, huyendo de esos príncipes que las acosaban, incluso asesinaban, por no aceptar el mencionado amor que les ofrecían. No esperemos a que el daño se reproduzca en nuestras vidas para saber en qué consiste el amor romántico, ser una de ellas para aprender sería mala idea, y lo que queremos las mujeres del año 2018 es todo lo contrario. Reivindicamos que somos autosuficientes en esto de amar, que no necesitamos estar en pareja para que se nos respete en un comercio, o cuando acudimos a un evento, o si nos presentan en un acto en donde la entrada, como suele suceder, se hace de dos en dos, con la cabeza visible en el sexo masculino. Nos vamos posicionando y no permitimos que nos hagan callar en público, o que levantando la voz silencien nuestras opiniones, o que nos ofrezcan amor cuando sólo queremos pasar un momento divertido.
¿Qué hacemos entonces con todo este amor tan sanote que nos golpea en el pecho y que no sabemos cómo distribuir? Primero, entrégalo a ti misma, cuídate, mímate sin miedo (¿por qué no vas al cine a ver esa película, por miedo a lo que los demás digan de ti?), preocúpate más por tener un entorno saludable, lee, escribe, descubre qué te gusta, disfruta de cada minuto, trivializa, siéntete como quieras, comunícate, segundo, crea relaciones y vínculos que sean generosos con su tiempo y su concepto de amistad, y tercero, por encima de todo, desecha esa idea de que sólo hay una media naranja o que necesitas alguna (siquiera entera) para sentirte que eres alguien querido y amado. Repítete antes de dormir, yo me amo, me amo mucho, me re-amo. Palabra de bruja.
© MAG ("¿Amor romántico? No, gracias", de "La Caperucita salvaje")
