Con esta premisa nos ha llevado
el autor de “El rey de los espinos” de la mano, hacia aventuras que recrean los
personajes fabulados que encarnan las pasiones, el drama social actual o temas
controvertidos aún en ciertos paises o culturas, como es la patente
homosexualidad de una de sus figuras ficticias.
Me reúno con el escritor
argentino Marcelo Figueras en el Hotel Silken, famoso, entre otras
cosas, por las fabulosas vistas de su
terraza, desde la que es fácil observar de reojo a la conocida Torre Agbar.
Marcelo, háblame de tu relación con el cómic.
No soy consciente de cuándo comenzó mi relación con el
cómic, pues no recuerdo en mi vida un
momento en que no los haya leido.
Desde los inevitables clásicos infantiles, empezando con toda la saga de
superhéroes, mezclando con la producción de los argentinos, y ya luego con el
cómic europeo.
Creo que el cómic te da esta ventaja
maravillosa de que te acompaña en todo el viaje de tu vida
Hay cómics para cada edad, para
cada cabeza, para cada sensibilidad, y lo mismo que ocurre con la música, el
cómic te acompaña desde la infancia y puedes ir encontrando obras maravillosas
todo el tiempo.
¿De dónde salen los personajes de la novela? ¿Son reales? ¿Inventados
por completo?
Son completamente inventados.
“El
rey de los espinos” comienza con el asesinato de un importante dibujante de
cómics argentino, una invención, y comienza la mañana de su entierro al cual
acuden, además de su familia y sus amigos,
Nilo,
que es el protagonista, uno de los enterradores, un chico de quince años que
trabaja en el cementerio de
San Fernando,
a las afueras de
Buenos Aires, y que
no tiene más remedio que trabajar si quiere comer y sostener su casa, y cuatro
personajes vestidos de manera estrafalaria a modo de los personajes más
conocidos del autor fallecido. Es el
propio enterrador quien se da cuenta de que no van disfrazados sino que son los
personajes reales de este autor de cómics, que han ido a parar a Argentina, no
saben ni cómo ni por qué, y ahí arranca la novela. Hay un caballero medieval que cree formar
parte de un hechizo, un pirata de la guerra del opio en
China que cree estar sufriendo una alucinación,…pero todos
inventados por mi. Sí es cierto que hay
un caballero medieval, pero no al estilo de juego de tronos, sino que tiene
características propias, es gay; el
pirata es un adicto al opio; el vampiro no es el típico centroeuropeo de estilo
folklórico, sino un vampiro de
Guatemala,
inspirado en la mitología maya. Tampoco
el explorador del futuro se parece a
Flash
Gordon, sino -en todo caso- a
Toro
Sentado, porque es descendiente de los pueblos originarios de la
América del Norte, con una cara para nada pálida…
Con este tipo de personajes, ¿a qué público crees que va dirigida la
novela?
Va dirigida a todo público que le
gusten las buenas historias, en especial las historias de género, y que le
gusten los géneros que se entrecruzan, porque en esta hay fantasy, ciencia ficción, terror y aventura propiamente dicha, y también
atraerá a los fans del cómic, ya que está ilustrada por Riki Blanco, un artista catalán fabuloso con el que comencé a
trabajar hace muchos años, cuando acababa de empezar a trabajar en esta novela,
el responsable de darle la cara y las siluetas a los personajes.
¿Ya pensabas, antes de escribirla, en hacer una novela ilustrada?
Ya formaba parte del proyecto al
comienzo, en mi cabeza, desde que la novela comenzaba con el asesinato de un
escritor de cómics, y tenía que ver con sus personajes, sueltos a su suerte en
un mundo como el nuestro, para el que no estaban preparados; siempre estuvo
esta idea de poder ilustrarlos y mostrar cómo eran. De hecho, su naturaleza es doble, ya que los
personajes tienen una versión como dibujos y además tienen una encarnación como
seres reales. Fue un proyecto pensado
para tener elementos audiovisuales.
¿Supone algún inconveniente escribir para lectores españoles de lengua
castellana? Quiero decir, está escrito tal y como habláis los argentinos…
La verdad es que en ese sentido
debo decir que la editorial fue muy respetuosa. Tiendo a escribir en un
castellano que inevitablemente es argentino, pero trato que no sea exageradamente
argentino; en todo caso hemos conservado las locuciones y diálogos en argentino
que tienen que ver con las cosas que se escriben asi en Argentina, más que nada
por la verosimilitud. Si los personajes,
que son argentinos, hablaran como los españoles, no te creerías la historia.
En la narración se encuentra representada la amistad, y aparecen otros
valores y temas populares: pobreza, aislamiento, estratos sociales, ayuda
vecinal.
¿Supone en tu pais una desventaja pertenecer a una clase social o
estrato y no a otro, a la hora de acceder a la cultura?
En general lo ha sido
históricamente, sí. Es algo que se marca
un poco más o menos dependiendo de la época y el proceso político que se esté
atravesando. Lo ha sido clarísimamente
durante la dictadura, y durante la década de los noventa, que fue cuando
nuestro pais atravesó la mayor crisis económica, con un índice de desocupación
inmenso, con gran cantidad de gente y familias que estaban con un índice por
debajo de la pobreza. En todo caso el clasismo en Argentina no es tan fuerte como en otros paises de América Latina, en donde la diferencia
entre la clase dominante y el resto es muy marcada, pero nosotros tenemos este
extraño fenómeno de la clase media argentina que en general es, por su
extensión, única en América Latina…
¿Todavía existe la clase media en alguna parte del mundo? (risas)
Sí, en Argentina existe. Lo cierto es que corrió verdadero riesgo al
finalizar el siglo XX, allá por el
2003, que se cayó de la escala social; pero existe la clase media argentina, que como
todo fenómeno social tiene sus aspectos negativos y sus aspectos
positivos. Dentro de éstos, decir que
tenemos a un gran número de gente con acceso a la educación, a carreras, y con
un importante nivel intelectual, aunque al mismo tiempo las ideas políticas de
esa clase media son reaccionarias, precisamente porque
nada le gusta más a la clase media
argentina que imaginar que son clase alta, cosa que no es.
Por eso en momentos esenciales de
la historia ha tenido esta casi tendencia suicida a votar como si fuese rica
cuando no lo era y a convertirse en la primera víctima…
…tirando piedras en su propio tejado…
Exactamente. La clase media argentina a veces juega en
contra, pero después de todo, si se la compara con América Latina sí hay clases sociales marcadas pero la movilidad
entre ellas es relativamente fácil.
¿Por qué deberían interesarse los lectores por esta obra?
Primero, porque se van a divertir
y se van a entretener, porque les ve a llevar de viaje por paisajes o mundos
que no habían imaginado conocer; también porque de pasada les va a llevar a
pensar en el mundo que les ha tocado vivir y replantearse la cuestión de
quiénes son los verdaderos villanos en este mundo, y cómo deberían ser los
héroes que necesitamos para defendernos de los otros villanos que rigen este
mundo; esencialmente van a pasar unas horas muy agradables.
Otras de tus obras se están traduciendo a varios idiomas. ¿Era esto lo
que esperabas cuando comenzaste a escribir?
Sí desde el punto de vista de que
mi cultura es universal, también, por extensión de pertenecer a una clase media
argentina, y porque tengo la convicción de que aún escribiendo historias en Argentina y en este momento, son
universales. En ese sentido se puede
saltar cualquier barrera de idioma o de cultura, porque creo que básicamente
son obras que giran en torno a las preguntas y las obsesiones que tenemos,
vivamos en donde vivamos, sea cual sea la clase social a la que nos haya tocado
por suerte o hayamos conseguido; las
preguntas esenciales de encontrar algo parecido al felicidad plena, aún cuando
las circunstancias que te tocan en suerte hagan todo lo posible por ponerte la
zancadilla son cosas que nos conmueven y nos planteamos todos en cualquier
sitio en donde estemos.
Por último, Marcelo, tú tienes varios registros: cineasta, periodista,
escritor,… ¿con cuál convives mejor?...
Con todas…
…¿Cómo confluyen entre sí?
Yo creo que esencialmente soy un
narrador. Lo que a mi me gusta hacer es
contar historias, y por distintas razones -algunas más naturales que otras-,
las historias adoptan formas diferentes.
Yo he sido periodista durante veinte años o más, y a pesar de que
renegaba en algún momento de la profesión entendí que esa era simplemente otra
faceta de la misma. Ser periodista
también significa contar una historia, y en todo caso, los parámetros por los
que te mides son distintos, ya que sabes que lo que cuentas es cierto. Salvo esto, el resultado debe ser atractivo…
¿Noto cierto desencanto con esa profesión…?
No (dudando), pero si lo es en un
pais complicado como la Argentina,
es una profesión dura. Por eso te digo
que finalmente me he reconciliado con la profesión desde este lugar; como a
tantos artistas -o proyectos de tal- mis padres, cuando yo era muy joven, me
sentaron y me dijeron, sí, muy lindo que
vayas a escribir, pero ¿cómo te vas a ganar la vida? Entonces elegí el periodismo como algo
parecido, relativamente emparentado a lo que yo quería hacer y lo hice, y me
fue muy bien durante muchos años, y finalmente me convertí en escritor, con lo
que tampoco tengo que renegar de esta profesión que ya no practico, salvo ocasionalmente,
con artículos periodísticos o reportajes, pero a la que le tengo mucho afecto.
Así que estoy hablando con un conseguidor de objetivos…
(Se rie)
Te deseo que pases una buena estancia en Barcelona, y suerte con tu
obra.
Muchas gracias.
Me despido de Marcelo y de Susana, la editora de Grijalbo,
y ya en la calle le echo un último vistazo a aquel edificio impresionante con
forma de supositorio -apodo por el que se le conoce en la ciudad condal- quizás
por última vez, antes de que reconviertan esta mole de oficinas en un complejo
hotelero.