Si te digo que a partir de mañana
no tendrás que pagar más por la comida, ni perder el tiempo en la cola del
supermercado, ni averiguando de dónde
proceden los alimentos, e incluso puede que sea otro quien cocine para
ti…¿estupendo, verdad?.
Ahora viene la segunda parte: ¿Cuál es tu reacción cuando te
comunican que para ello es necesario que te impliques en la recolecta de
alimentos y comestibles, una vez cada tanto, o que des tu apoyo en el comedor
popular que se lleva a cabo una vez al mes en el barrio en el que vives?
Y en este punto surge la
diferencia, esa gran brecha que sin duda es lo que nos hace ir por detrás. Que
no nos deja avanzar en la sociedad actual, dejando que sean otros quienes
decidan por nosotros.
¿Qué hace que los
españoles sigan atados a mapas mentales de consumo y a una realidad que ya es
no solo un espejismo, sino que se ha demostrado ser una evidente falacia de
cara al desarrollo personal y grupal?
¿Es que no nos interesa, como tal, avanzar? ¿Es que la ley del menor esfuerzo
ha impregnado nuestros cerebros de tal modo que solo lo que consigo a cambio de
dinero es válido en nuestro hogar?