De regreso, tras la
manifestación.En esta ocasión sobran
las fotoso los videos in-situ.Aún componen mayoría aquellos que se quedan
en casa quejándose y reclamando un líder, si es posible que venga con mando a
distancia, para no levantarse del sofá.
El tiempo acompaña, y cualquiera
que pase por la Plaza de Cataluña, o de Catalunya, entenderá por qué en este
pais seguimos como seguimos, y por qué nos define más la pandereta que la
personalidad.Interpelo a un grupo que canta
en plan jocoso, cual charanga tinerfeña, algo sobre el aborto de la madre del
presidente y los condones que no estuvieron a mano del progenitor...Me conmueve tanta ignorancia a estas alturas.
Lo que pudo ser un NO
multitudinario contra la corrupción, el enriquecimiento vil de unos cuantos y
el choriceo generalizado se vuelve una campaña que lo mismo va en contra de los
borbones que de la subida del pan.
Y así observo a decenas de
personas perdidas, que han aprovechado el día para acercarse al centro y hacer
alguna compra, tomar un café o un vino en el Gótico, y volver pensando en la
peli de la Uno.
Sigo ofreciendo mi carnet de
español, porque en mis venas solo corre la mala leche que me produce comprobar
que desde la última nada ha cambiado.Somos los mismos, quizá menos, y todos tan perdidos, cada uno barre
hacia su parcela, la que le toca y duele a final de mes.
Propongo una marcha silenciosa,
sin pancartas ni gritos, ni alusiones a los cien motivos que tenemos para
gritar y tirar voladores.Una llamada de
atención, TODOS A UNA, cada uno con la suya particular.
¿Quién inventó el "divide y
vencerás"? Si hoy levantara la cabeza y se diera una vuelta de
reconocimiento por el centro de Barcelona se sentiría orgulloso de ver su
máxima explícita, vigente, en las múltiples sub-agrupaciones que recorrían unas
calles sin saber muy bien el por qué, el cómo, ni cuándo;solo deseando más leña, echar más a este
fuego que no es suficiente para la inminente bajada de temperaturas.
Género/Tags: Novela de ficción, Nazismo, Segunda Guerra Mundial, Campos de exterminio, Auschwitz, Bergen-Belsen, La Bella Bestia, Irma Green, Mujeres y nazismo.
Ed. Martínez Roca 224 Páginas
El mal se reencarna en formas que en ocasiones se nos antojan confusas, al comprobar el material del que aquel se compone.
Los extremos se rozan, se enredan, y de la suma de ambos resultan personajes tan siniestros como lo es el de la protagonista de la última obra de Alberto Vázquez- Figueroa: Irma...la Bestia.
Una novela de lectura ágil que nos descubrirá a un personaje que dejará sin duda en un segundo término la locura del dirigente nazi y la de sus acólitos masculinos, para atraer nuestra atención sobre la que ya se ha bautizado como la mayor criminal de todos los tiempos.
AVF se sirve en esta ocasión de otra mujer para dar vida al personaje de la anciana de arrebatadora personalidad, en apariencia incansable y con cierta tendencia a ignorar su salud excediéndose en el uso del tabaco y de la bebida, que le narrará al editor Mauro Balaguer su experiencia como confidente y esclava de aquella sádicas dentro y fuera de la cama, en los campos de concentración de Auschwitz y Bergen-Belsen,...
Una entrevista sobre el libro para el programa Cuarto milenio:
Seré clara y concisa: Os podéis ahorrar este dinero para comprar las palomitas de otro próximo estreno más interesante. Mi exigencia en lo al cine se refiere tiene que ver con el momento, la hora del día, y las ganas de bucear en uno u otro género sin decepcionarme, que ya es mucho. Y
Mamá
decepciona por su falta de imaginación, una película carente de una trama que aligere la visión esperpéntica de la maraña de ramas que nos hace reir, más que gritar de miedo, y de unos diálogos insulsos. El conjunto resulta una historia nada creible, y la verdad, con todo lo que hay por elegir, yo la dejaría pasar de largo. Benicio del Toro sigue sin ser unos de mis favoritos, y a pesar de que la cámara no se le resiste en muchas ocasiones, yo pido mucho más.
Parece
que de un tiempo a esta parte (puede que el tiempo se haya convertido a estas
alturas en años) no vivimos todos en el mismo planeta.
Escucho
en la radio cómo un invitado hace balance del primer trimestre de este dos mil
trece; curioso, que se resuma un tiempo que aún no ha llegado, pero no van por
ahí los tiros. Un fallo lo tiene cualquiera, y estos señores feu... digo,
gobernantes, están tan ocupados con "sus cosas" de mayores, litigando
entre ofensas de Palacio y secretos de Estado, que he empezado a entenderles, y
aún así no compatibilizo con sus maneras, ni con su falta de valores que me
muestren una visión amplia de lo que está sucediendo, o simplemente, que
concuerde con todas las palabras que con poco trabajo les llena la boca
aludiendo a objetivos comunes y mejoras en la economía general.
Lo
confieso: me siento incapaz de seguirles el hilo.
A
continuación, se vierten varias llamadas atronadoras que solo contienen
lamentos, quejas, silencios que hablan y monólogos desesperados por parte de
ciudadanos que pisan el suelo y seguramente leen los mismos periódicos que ese
señor (el invitado del que hablaba antes, el que va de vecino cuando la
realidad es que se ha empadronado en la parte del muro que no avistamos la
inmensa mayoría).
¿A quién escucho? ¿Quién tiene la
verdad en sus manos? ¿Se está deshaciendo la crisis, se derrite como un helado
como dice ese hombrecillo, que seguramente se ha preocupado más de vestir con
el traje más mono antes de salir hacia la radio y de aprenderse su guión de
memoria, como un buen chico, que en atisbar desde la ventana del coche de marca
importado, por si acaso esa mañana ve a la puerta de algún edificio una masa enardecida
gritando "STOP al desalojo", o alguien con sonrisa en la boca y los
zapatos rotos, o la cola en la actualidad inexistente de las tiendas de moda?
¿O me esfuerzo por no caer en la
misma rabia que sienten los otros, los de mi lado, los del esfuerzo diario, la
mano a la vista y los pies curtidos?
Y entonces, para despiste de los
unos, y cortina de humo de los aquellos, un señor ya entrado en años que viste
sotana y boina blanca al que le ha dado la pataleta y sostiene que deja el
cargo, ¡con lo precario que está en estos momentos el mundo laboral!.
Ni el pánico ni el terror a volar son los aspectos más destacables de la última película protagonizada por el genial Denzel Washington, un sesentón que en atractivo está a punto de alcanzar a las bellezas tradicionales que los cánones marcaban hace unos años. El espectador no tendrá tiempo a temblar ante esta película, porque la trama, a pesar de lo que pueda parecer en un principio, no trata de caos aéreo ni se regodea en el catastrofismo accidental sino en el vital; el individuo frente a su honestidad y con el telón de fondo de unos secundarios que ayudan en todo momento a que estos aspectos tomen valor y sean cuestionados en profundida.
Aceptar los propios errores supone el primer paso para que el personaje recupere su libertad. Y hasta ahí puedo leer. A mi me ha encantado.
Muy recomendable, mejor en V.O., para que no se pierda el tono que v iene dado por los dejes, medias frases, y aspectos que el doblaje seguramente no llegarán a conseguir en su totalidad, que es en definitiva lo que agarra la atención del espectador, que no se deja llevar por el dramatismo, como ya comenté.