Como esa hoja
que cae,
así me fui
Perdiendo.
Lento,
lento.
Idéntico
al ritmo
del suspiro
que nunca dejé
salir.
Me hundí,
junto al lamento.
Como señalan
las cruces enhiestas,
en los
cementerios con cara de
impaciencia,
esa estaca, invisible,
que esclaviza mi pecho,
indicando
insensible
el lugar estanco
donde retenemos
todos
los secretos.
de Crisálida